Yalitza Aparicio llegó a reinventar las reglas del juego en el frenético mundo de la belleza y moda.
Desde que fue elegida como la protagonista de “Roma”, el nuevo film del director mexicano Alfonso Cuarón, la actriz ha recibido aplausos y elogios a su trabajo y lo que este representa, pero también ha abierto la polémica sobre la diversidad cultural, el racismo y demás cuestiones.
Ahora, ella es el rostro de Vogue, la revista de moda más importante del mundo, en su primera edición del 2019.
POR CASUALIDAD
Yalitza ingresó al mundo de la pantalla grande casi por casualidad. Su hermana le avisó de un casting que una productora estaba realizando en la comunidad de Tlaxiaco (México), su pueblo natal, y ella asistió sin dudarlo. En esa época, estudiaba y trabajaba, aunque decidió arriesgar todo por esta oportunidad y lo logró.
Pronto, Yalitza encarnó a Libo Rodríguez- quien toma el nombre de Cleo en la ficción-, la empleada doméstica que cuidó del director mexicano durante toda su infancia y jugó un papel sumamente importante en el desarrollo de su familia. Por ejemplo, en el abandono de su padre.
Su participación en el largometraje no solo es un éxito rotundo- ya ha recibido premios como el galardón a Nueva Actriz en los Hollywood Film Awards- sino que es imprescindible para poner sobre la mesa temas como el racismo, las clases sociales, la diversidad cultural y los estereotipos de belleza.
FASHION INDUSTRY
Por eso, su aparición en la edición latinoamericana de la revista más trascendental de la ‘fashion industry’ significa un cambio de juego en todas sus letras: un adiós a los arquetipos de la belleza occidental y una representación urgente de la cultura indígena, en este caso mexicana, pero que está presente en toda la región y que pocas veces es visibilizada en medios de moda y belleza.
“Se están rompiendo ciertos estereotipos de que solamente personas con cierto perfil pueden aspirar a estar en una película o estar en una portada de revista”, afirma Yalitza en la entrevista con el citado medio.
Aunque es cierto que la portada abre las puertas a una primera conversación, no es suficiente. Es necesario un cambio de paradigma estético que enaltezca la diversidad cultural en todas sus formas y colores.